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Una vez pasado el mal trago de San Miguel estábamos listos para continuar la aventura. Más o menos en verdad, pues nos tocó esperar unos días estacionados delante del taller de Euro Latino para que los muchachos pudiesen ponernos la camioneta a punto.
Así que aprovechamos para pasear y conocer más a fondo la maravillosa ciudad de San Miguel de Allende. Si bien su casco histórico está bastante transitado por carros y personas, el centro tiene varias partes peatonales que hacen las delicias de cualquiera.
Una mañana en la que la camioneta estaba algo más avanzada manejamos hasta la vecina Querétaro para visitar Bernal, un pequeño pueblo mágico que es conocido por estar localizado al pie de la Peña de Bernal, el tercer monolito más grande del mundo.
Lo cierto es que ahora que ya no estamos en México y nos preguntan por los mejores platos que comimos en el país de los mariachis, ambos coincidimos al nombrar las gorditas que degustamos en Bernal. Una maravilla. Hechas con maíz negro, las tortillas en las que se mete el relleno son de un color oscuro muy diferentes a las habituales.
Al fin llegó el día en que podíamos dejar San Miguel de Allende atrás y retomar la aventura. Aunque ya el tiempo se nos había echado encima y Meli volaba al día siguiente a Haití para acudir a la boda de una amiga de la infancia.
Lo que son las cosas. Unos meses antes habíamos calculado que para esa fecha ya estaríamos en Los Ángeles, California, y Meli tomaría su vuelo desde allí. Unas semanas después pensamos que no, que sería mejor cambiar el vuelo hasta La Paz. Y cuando llegó el día aún estábamos en el medio de México, a unos 1500km de distancia de La Paz.
Moraleja: no planees con mucha anticipación en un viaje de este estilo 🙂
Así que manejamos hasta Guanajuato y Meli pudo tomar su vuelo y disfrutar de unos días con la familia y amigos. Mientras tanto Eka reconectó con un amigo de la infancia que estaba viviendo en Guadalajara y con él y sus amigos aprovechó para ir a la playa y desconectar unos días (un millón de gracias, Saúl ¡¡eres un grande!!).
8 días después volvimos a reunirnos y tras un divertido fin de semana en la ciudad de Guadalajara lleno de cumbia, comida espectacular, muchas risas, juegos de mesa y paseos, volvimos a la ruta.
Ahora sí, la carretera nos esperaba.
Once the issues with the car in San Miguel de Allende were over we were ready to continue our adventure. But we couldn’t take off just yet. We still had to stay put for a few days in front of the workshop so that the guys from Euro Latino could finish repairing our new truck for our adventure.
We then took these few days to walk around and get to know the magnificent city of San Miguel de Allende. Even though its historical center is well transited by cars and people, it does count with a few pedestrian streets that are as beautiful as could be.
On one morning during which the car didn’t need any work done, we drove to the neighboring state, Querétaro, to visit Bernal, a small Pueblo Mágico that is famous due to its location, right at the foot of the Peña de Bernal, the world’s third largest monolith.
Now that we’re no longer in Mexico and people ask us about our favorites Mexican dishes, we both name the gorditas that we tasted for the first time in Bernal. A gastronomical wonder. Made of black corn, the tortillas which are stuffed of different tasty ingredients are of a dark color, very different from the ones that are usually seen in restaurants.
Finally, it was the day that we could finally leave San Miguel de Allende and return to our adventure. But we were already short on time. Meli flew the next day to Haiti for a childhood friend’s wedding.
Life is unpredictable. A few months before, we had calculated that by this time we would already be in Los Angeles, California, and Meli would fly from there. A few weeks later, we thought it would be better to change her flight to La Paz. When the day finally came, we were still in the middle of Mexico, about 1500 kilometers away from La Paz.
Moral of the story: do not plan way ahead during a trip this long =)
We then drove to Guanajuato and Meli was able to fly home and enjoy a few days with her family and friends. Meanwhile, Eka was reconnecting with a childhood friend who was living in Guadalajara and with him and his friends, they went to the beach and disconnected a few days (Thank you so much Saúl, you’re the best!!!).
Eight days later we were back together and after a fun weekend in Guadalajara filled with Cumbia, amazing food, a lot of laughter, table games and walks, we returned to our adventure.
The road was calling our names.
Ohlavan 